¿Quieres cambiar el mundo o fabricar productos? Hace poco decía que parece haber una proliferación de herramientas visuales y que su relevancia no está en sí mismas, sino en el uso que nosotros hacemos de ellas. Creo que es interesante reflexionar más allá de las propias herramientas y lo que nos indican sus creadores, o al menos intentarlo. Estoy ahora dándole vueltas a una de las más sencillas y simples que conozco, el círculo de oro, de Simon Sinek. Dice Sinek que la clave de todo proceso, producto y empresa está en empezar por el Por Qué y no por el Qué. Lo normal es que sigamos un proceso que nos lleva del Qué al Cómo y luego al Por Qué: ¿Qué hace/fabrica/crea tu empresa?, ¿Cómo lo hace?, ¿Por qué lo hace? Lo malo es que todos sabemos el Qué, bastantes menos sabemos el Cómo y casi ninguno sabe el Por Qué. Efectivamente, me encuentro a empresas que saben qué fabrican, comercializan o venden (ordenadores, habitaciones de hotel, comida…). También me encuentro a muchas empresas que, sabiendo Qué venden, no tienen tan claro cómo lo venden, es decir, cómo le dan forma para llevarlo al cliente, e incluso cómo comunicarlo. En realidad no saben cuál es su propuesta de valor. No hace mucho estaba asesorando a un restaurante de mucha calidad y trabajábamos en la fase de descubrir quiénes éramos. Es un restaurante con posibilidades de conseguir estrellas Michelín, pero que al preguntarles cómo se definirían (HOW) me dijeron: “como un restaurante donde se come muy bien y tiene un ambiente agradable, donde la gente puede estar tranquilamente y pasar una buena velada con los amigos”, vamos, como el 99,9% de los restaurantes del mundo. Me daba la sensación de que le costaba definir su propuesta de valor. Por supuesto, estas empresas que empiezan su reflexión estratégica desde el Qué no suelen llegar al Por Qué, o lo identifican directamente con “ganar dinero”. Suelen ser empresas, dice Sinek, y estoy bastante de acuerdo con él, que no se diferencian de otras, puesto que parten en esa reflexión de qué fabrican o venden y no del por qué lo hacen. Pueden ser mejores en el Qué y el Cómo (que no es poca cosa), pero no tienen una diferenciación estratégica clara respecto a la competencia, no tienen un “alma” que las diferencie del resto. […] Lee el artículo completo AQUÍ. |